5 de febrero de 2018

El resultado

La presencia de diversas referentes del feminismo en los programas de la tarde aumenta el espíritu reaccionario y terminan siendo funcional al poder.


Por Daniel Péndola | El accionar del movimiento feminista, al igual que los partidos de izquierda, propone ideales que incluyen a los sectores más desfavorecidos de la sociedad, pero profundizan la brecha con el campo popular y destruye los puntos de encuentro.

En los últimos días, el programa Intrusos tuvo como protagonistas a Malena Pichot, Julia Mengolini, Señorita Bimbo, entre otras, quienes plantearon una discusión más que merecida sobre la legalización del aborto y los patrones culturales que se deben cambiar para hacer un mundo más justo y menos machista.

¿Cuál es el problema? Que no es el lugar correcto. Durante años hemos visto a Nestor Pitrola, Nicolás Del Caño y Myriam Bregman pasearse por los canales que dirigen las corporaciones y hasta hoy no logran superar el 5%. Es indispensable ganar un lugar, eso es lo que festeja el feminismo y está perfecto, pero no incomoda a nadie desde allí.

No incomoda porque el televidente se queda con una imagen desacertada de lo que se desea transmitir: los medios masivos de (in)comunicación se encargan de desbaratar los ideales. Despolitizan. No importa lo que diga Pichot o Mengolini, lo que queda es su pelea con Moria Casán, Araceli González o Facundo Arana.

Además, es muy fácil tener un discurso a favor de la igualdad para que después Rial se coloque un pañuelito verde, Cacho Castaña ofrezca disculpas por las barbaridades que dice o Marcelo Tinelli se cuelgue un cartelito de “Ni una menos”. Si fuese tan comprometido hablar de feminismo en los medios, ¿podría una actriz de Hollywood hablar en contra del acoso? ¿Se imaginan lo mismo denunciando la invasión de Israel sobre el Estado de Palestina? Yo lo dudo.

El problema de fondo no se puede solucionar desde el lugar del enemigo, porque este te utiliza únicamente para aumentar su audiencia, mientras el vecino del barrio se ríe a carcajadas al ver cómo se pelean entre minitas y Doña Rosa se indigna por la falta de respeto a las divas de la televisión. No reflexionan, ya que la información es tergiversada.

“El progresismo bobo no tiene doctrina y derrapa. Confunde la lucha por la igualdad de género y termina viendo hombres o mujeres donde solo hay poderosos y títeres o subalternos”, explica La Batalla Cultural, refiriéndose a aquellos “individuos que presienten lo que está bien, pero no tienen asimismo la más remota idea de cómo hacer para lograr eso que está bien”.

“Enojate, hermana”, se titula una de las columnas de Malena Pichot en Página/12, asumiendo que históricamente el enojo de una mujer está mal visto, pero no es por ahí. Persuadí, hermana, porque el único resultado que vas a obtener por tu individualismo es el rechazo de las mayorías y la risa del poderoso.

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