12 de octubre de 2018

La batalla cultural de las hinchadas antifascistas

Nace un proyecto que busca hacer frente a la violencia en el fútbol desde las bases y en la vereda de enfrente del empresariado.


Por Daniel Péndola | La agresión, el racismo, el machismo y la homofobia son moneda corriente durante los partidos de fútbol, debido a que los cantos discriminatorios están totalmente naturalizados y, en medio de la efervescente pasión que significa ir a la cancha, el público es capaz de soltar una innumerable catarata de insultos sin tener consciencia de sus expresiones.

Si bien Argentina no es el caso, el neofascismo pisa fuerte en los clubes de Europa, al punto de que los grupos denominados “ultras” son capaces de atacar a sus propios jugadores por su país de origen o su color de piel e incluso llegan a desplegar banderas con simbología nazi.

Sin embargo, las hinchadas antifascistas de izquierda han salido al cruce de dichas barrabravas, como el caso del St. Pauli de Alemania o el Rato Vallecano de España, o el Sporting Lisboa de Portugal, donde por un lado tienen en las gradas al Grupo 1143, de extrema derecha, y por el otro a la Torcida Verde, de tinte progresista.

Hasta el momento, Argentina afortunadamente no cuenta con fanáticos identificados con el fascismo y desde las instituciones transmiten mensajes en contra de la discriminación. De hecho, los árbitros detienen el partido cuando comienzan a escucharse cantos racistas, pero aún así no es suficiente para erradicar esta problemática, puesto que la cultura está inmaculada y difícilmente pueda revertirse si el cambio no se produce desde lo colectivo.

Y como no es suficiente, los movimientos “antifa” comenzaron a marcar presencia tanto en los estadios como en los barrios de la Ciudad y del Gran Buenos Aires, con el fin de pregonar un fútbol sin violencia y de respeto por el rival, y también de cuestionar al sistema que condiciona el futuro de los clubes.

En una entrevista con Letra E, la agrupación Bicho Antifascista cuenta que su proyecto comenzó formalmente hace pocos meses en el barrio de La Paternal y entre sus actividades se encuentran entregas de panfletos, calcos y la presencia de banderas durante los partidos de local, con consignas en contra del fascismo y diversas causas sociales.

“Ahora estamos preparando para el próximo partido como título que ‘Argentina no fue descubierta, fue saqueada’, donde damos nuestro punto de vista de que hoy los conquistadores son el FMI o el G20”, explican.

También señalan con gran preocupación la posible instalación de las sociedades anónimas deportivas que pretenden desde el Gobierno Nacional. “Estamos en contra del fútbol moderno, del capitalismo dentro de este hermoso deporte. Los clubes pasarían a ser empresas y los socios no tendrían voz ni voto”, remarcan acerca del modelo de las SAD, que viene fracasando en Europa desde la década del 90.

Soñar no cuesta nada

A pesar de que la violencia, el machismo y la xenofobia se pueden percibir en las tribunas y su existencia parece estar lejos de ser contrarrestada, los antifascistas tratan de informar y comunicar que hay otra forma de disfrutar del fútbol sin discriminación, ya sea por género, color de piel o inclinación sexual.

Argentina es un país ejemplar en el mundo en cuanto a materia de Derechos Humanos gracias a la lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo y ante el advenimiento de la derecha en el mundo, que se profundiza y condiciona al país con la presidencia de Donald Trump en Estados Unidos y la reciente victoria de Jair Bolsonaro en Brasil, resulta fundamental hacer frente a este fenómeno y más aún si se combate desde adentro.

La batalla cultural que iniciaron las agrupaciones antifascistas son el punta pie para modificar los hábitos y costumbres que se tienen en las tribunas, visibilizar la discriminación que se ha naturalizado en el inconsciente colectivo y posicionarse también en contra de un sistema político que pretende vender los clubes a empresarios que lejos están de representar los intereses de los socios.

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