13 de agosto de 2018

Más invisibles que nunca

El peso seguirá devaluándose, los alimentos subirán de precio y los servicios aumentarán ininterrumpidamente, siempre y cuando los medios continúen marcándonos la agenda de preocupaciones.


Por Daniel Péndola | “Pelearte con tus amigos/as, conocidos/as, familia, cagarte de frío dos noches que te pasaste en la calle, para que vengan a decirte que el feminismo es una moda”. Así relata un tweet que leí anoche y no dejó de darme vueltas en la cabeza de que algo andaba mal.

La joven que escribió no es el problema y mucho menos sus parientes. Unos pensarán: “que intolerantes son las feminazis”, por su manera de reaccionar, y otros que la intransigencia proviene de quienes la rodean, ya que descalifican al movimiento feminista como si se tratara de una tendencia pasajera, lo cual no es verdad.

El problema ocurre cuando la agenda está impuesta por intereses que no somos capaces de percibir, porque están inmaculados por el sentido común y que tienen como objetivo principal dividir a la sociedad para que el poder haga de las suyas de manera inadvertida.

Entonces, es menester aclarar lo siguiente: la Iglesia no devalúa el peso; las feministas no duplican el precio de los alimentos; los villeros no fugan divisas al exterior; los extranjeros no aumentan el costo de los servicios públicos.

¿Por qué es necesario aclararlo? Porque los medios se han encargado de invisibilizar al enemigo para que no podamos identificarlo, estableciendo una agenda de preocupaciones que nos alejan del bien común.

Si bien la Intervención Voluntaria del Embarazo y la separación del Estado de la Iglesia son causas a las que suscribo, es imposible alcanzar la hegemonía si no soy capaz de entender las razones de los demás, es decir, si no comprendo que Argentina que está conformada en su mayor parte por católicos.

La ley será. Los conservadores deberán entender en algún momento el cambio de época. Pero mientras tanto, como carecemos de madurez histórica, el conglomerado empresarial-mediático aprovechó la oportunidad para agitar los trapos con sus operadores de turno y así dividir al país. No es accidental que Catherine Fulop se coloque un pañuelo durante un programa en prime time.
  
La grieta fue, es y será siempre la misma: de un lado la clase trabajadora, con todas las diferencias que puedan tener quienes la integran, y del otro la clase dominante, que a partir de diciembre de 2015 administra el Estado con la complicidad de los medios hegemónicos. Si nos seguimos prestando al circo, esto continuará.